miércoles, 6 de febrero de 2008

EL BOXEO VIVE EN MÁLAGA Y ESPERA TIEMPOS MEJORES


El boxeo vive, mal que les pese a los que durante las dos últimas décadas han denigrado, vilipendiado, ignorado y puesto en solfa este magnífico deporte que puso en marcha allá por 1866 el Marqués de Queensberry, como lucha reglada, en lo que desde principios del siglo XX, se conoció como deporte de las doce cuerdas, ahora de las dieciséis. El boxeo ha pasado, en treinta años, de ser el segundo deporte del país, sólo por detrás del fútbol, a ser un deporte de grandes minorías. En toda España existe, aunque les sorprenda, cientos de gimnasios con miles de personas que han descubierto este deporte, como uno de los más completos que existen. En un reciente estudio que ya publiqué hace meses, venía como el número uno en dureza, resistencia y muchas otras cualidades, muy por encima del fútbol, baloncesto, e incluso del ciclismo. Cuando escribo estas líneas, acabo de charlar unos minutos con el presidente de la Delegación Malagueña de la Federación Andaluza de Boxeo, don Eduardo Torres Hiruela, un hombre afable, jubilado y que tiene en el boxeo y la pesca, sus hobbys, distracciones y pasiones. Pronto visitaré su gimnasio de Málaga, el “Boxing Club Málaga” y allí veré a buen seguro a chavales ilusionados en emular a Kiko Martínez, Paco Nohales o Rubén Varón, Incluso puede que alguno me recuerde a nuestro “Lince de Parla”, que volverá a los cuadriláteros el 12 de abril, para intentar arrebatar el cetro europeo del peso medio al alemán Sebastián Silvestre. Castillejo es tan grande que es capaz de ganar a un alemán en Alemania, ya lo hizo con Felix Sturm. Don Eduardo es uno de esos “locos” por el boxeo que mantienen viva la llama, para cuando lleguen otra vez las vacas gordas, que llegarán, por ejemplo, cuando alguna televisión generalista apueste por nuestro deporte, ahora que arrojado a la basura el “Tomate” y demás porquería televisiva. Este sábado, voy a entrevistar a un gran boxeador veleño de los sesenta, don Bernardo Fernández Lozano. Seguro que me lo paso pipa. Y es que el boxeo es una adicción, pero sin efectos secundarios.

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