miércoles, 26 de noviembre de 2008

HATTON VOLVIÓ AL ESCENARIO DEL CRIMEN



De nuevo volvía Ricky Hatton al “escenario del crimen”. Es decir, al MGM Grand de Las Vegas, donde Floyd Mayweather Jr. impartió su última lección pugilística al ídolo de Manchester. Esta vez, y aunque no en el número de aquella megapelea, más de 6.000 fanáticos ingleses animaron sin cesar a Hatton, de un aforo total de 9.053 espectadores. Su puesta en escena, inflado como el muñeco de “Michelín” provocó la sonrisa hasta del mismísimo Michael Buffer, el speaker más famoso del mundo. Enfrente, Paulie Malignaggi, el número 2 del mundo de la categoría del peso superligero, que prefirió la gloria y la bolsa millonaria, en vez de su corona de campeón de la F.I.B. a la que renunció previamente. Una de las grandes novedades previas, la presencia de Floyd Mayweather Sr. en la esquina del pelirrojo de 30 años, lo que motivó en su día que Oscar de la Hoya dejara de contar con sus servicios. El primer asalto de la pelea, con el simbólico título de la revista “The Ring” (curiosamente, propiedad del Golden Boy) fue el mejor de toda la noche para el boxeador neoyorquino de origen italiano, manteniendo a distancia a Hatton y jabeando de forma interesante. Pero un gancho de derecha de Hatton en el segundo asalto, devolvió al boxeador de Brooklyn a la realidad, y solo su agarrón del brazo de su rival, evitó su caída. Kenny Bayless, al que pidió Malignaggi ayuda antes del combate para evitar el boxeo “sucio” del inglés, pudo incluso contar de ocho a Malignaggi, pero se lo ahorró. Un upper de Paulie en el mismo asalto, fue la tímida reacción de genio del neoyorquino. A partir del tercer asalto, Hatton fue dueño y señor de la pelea, si bien, a pesar de su alto ritmo y de sus rápidas combinaciones, no llegó a estar cerca de noquear a Malignaggi, aunque le dañara seriamente con un corte superior en el octavo asalto. Que a Paulie le faltaba fuelle, era evidente, hasta el punto de que su preparador, McGirt, le advirtió en la esquina, antes de comenzar el undécimo round, que si la pelea continuaba por los mismos derroteros, pararía la misma. No tardó ni un minuto en cumplir su promesa. En cuando vio que Hatton estrellaba no menos de ocho golpes consecutivos sobre su pupilo, se adentró en el cuadrilátero, toalla en ristre, manifestando la rendición, lo que motivó la ira de Malignaggi, que, incluso, llegó a empujar a su mentor. Lo cierto es que la pelea, probablemente, hubiera llegado a su final, pero no tenía sentido, al menos según la opinión de la esquina del norteamericano, continuar sin ninguna posibilidad de victoria. Malignaggi se ha quedado sin cinturón, por su renuncia, y sin gloria, por la clara y evidente derrota, pero ha ganado su mejor bolsa: un millón de dólares, no obstante, muy inferior cantidad a la del británico, que se embolsó 2,5 millones de dólares. Ahora, son todo especulaciones sobre el siguiente combate del rey del peso superligero: apuesten por una pelea con el vencedor del Pacquiao-De la Hoya… a no ser que “reaparezca” súbitamente el “Pretty Boy” y solicite su presencia en una nueva pelea estelar.

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