viernes, 28 de noviembre de 2008

LA MODESTIA DE LOS GRANDES


POR CARLOS IRUSTA

Con 14 defensas, Omar Narváez igualó a Carlos Monzón en la historia del boxeo
argentino en peleas de campeonato mundial.
CON LA MODESTIA de siempre, Omar Narváez pide que traten de no compararlo
con Carlos Monzón, con quien comparte el récord de 14 defensas exitosas
de campeonato mundial en el boxeo argentino. “No es bueno hacer este tipo de
comparaciones –dice Narváez- sobre todo porque las épocas son muy diferentes.
Y porque Carlos ha sido un extraordinario boxeador”.
Y así como en boxeo resulta a veces imposible no comparar (¿Alí frente a Tyson? ¿Y qué tal Ray Leonard frente al verdadero Sugar Ray?), también es cierto que las épocas y los tiempos han cambiado. Cuando Monzón accedió a su pelea titular frente a Nino Benvenuti, ya rondaba el centenar de combates profesionales. Narváez, en cambio,
cuando tuvo la chance mundial hacía su 12° salida profesional...
LOS LAZOS entre Omar Narváez, la Organización Mundial de Boxeo y el pugilismo argentino, simbolizado en el legendario Luna Park de Buenos Aires, se hicieron más estrechos que nunca aquella noche, la del 13 de julio de 2002, cuando Narváez le ganó a Adonis Rivas y capturó el campeonato mundial mosca de la OMB, con la presencia
de un referí que ya es una leyenda con botitas negras, Joe Cortéz. Se unieron la capacidad política de Francisco Valcárcel, la dinámica empresarial de Osvaldo Rivero y el entusiasmo juvenil de Francisco Livera, para que todos –OMB, promotor y Luna Park- presentaran una noche única e inolvidable para el boxeo argentino... La memoria
de Tito Lectoure fue, también, una presencia intangible, pero real en aquella histórica jornada, cuando el boxeo regresó a su casa.
PERO ES NARVÁEZ el centro de esta historia, este boxeador nacido en Trelew, provincia del Chubut, el 10 de julio de 1975, el mismo que lograra una extraordinaria cantidad de medallas como amateur y que se hiciera profesional en diciembre de 2000, tras su regreso de los Juegos de Sydney. Este hombre, llamado “El Huracán”, mide 1,60
metros, pero que posee talla de gigante. “Siempre fue el líder del grupo, y pese a su tamaño, fue quien llevaba la voz cantante en todo”, recuerdan sus compañeros de la Selección Nacional.
Forjado en la adversidad –su madre falleció cuando él era prácticamente un niño y pasó a ser papá y mamá de sus hermanos-, tallado en la dura fragua del trabajo, formado en un mundo de códigos, Narváez es un ejemplo de vida.
Fue distinguido en Córdoba, ciudad en la que vivió durante muchos años, y es el ídolo de Trelew, la ciudad que lo vio nacer y a la que cada día vuelve más.
LE CANNET, Paris, o Cerdeña. Tanto afuera del país como adentro, Narváez defendió 14 veces su corona mundial, sin dejar dudas en ninguna. Alexander Mahmutov, que sonaba como un gran rival, terminó abandonando en el 11° asalto. Everardo Morales, quien llegó al Luna Park como “el secreto mejor guardado”, no pasó del quinto round.
Bernard Inom, favorito de Francia, perdió por KOT en el 11. Brahim Asloum, quien luego ganaría la corona de los minimoscas, fue prácticamente “llevado a la escuela” por Omar, quien lo batió por puntos en 12 vueltas. Solamente son algunos ejemplos.
HOY, este hombre ya curtido en los rings del mundo, sigue teniendo la misma humildad y el mismo discurso. “Mientras tenga ganas de entrenar y de subirme a un ring, lo haré; no quiero pensar en cuántas defensas voy a hacer, sino en ganar de una en una, pelee con quien pelee. Le prometí a la memoria de mi madre que iba a ser campeón,
que trataría de ser el mejor y eso es lo que estoy haciendo. Porque tengo muy en claro que ya soy campeón, pero siento que todavía hay que trabajar mucho para ser el mejor. Y en eso estoy...”

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