miércoles, 31 de diciembre de 2008

Chávez, un gran campeón


Armando Arjona Menéndez

Julio César Chávez González ganó su primer título en 1984 al derrotar por nocaut técnico en ocho giros a Mario “Azabache” Martínez por el campeonato mundial superpluma del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) que en ese entonces estaba vacante.
Chávez fue un gran campeón superpluma y lo demostró al derrotar a gente del calibre de Rubén Castillo, Juan La Porte y el siempre peligroso Roger Mayweather, a quien propinó un espectacular nocaut técnico en apenas dos asaltos.
Cuando decidió subir a peso ligero, disputó con éxito la corona mundial de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), al derrotar a una eminencia de aquella época como era el boricua Edwin “Chapo” Rosario, a quien apaleó en 11 asaltos.
Chávez defendió el cinturón ante el panameño Rodolfo Aguilar y los mexicanos Rafael “Bazuca” Limón y José Luis Ramírez.
El duelo ante Ramírez tuvo un sabor muy especial; primero porque fue de unificación ante el monarca del CMB, y segundo porque no se trataba de un enemigo cualquiera, sino de su compadre y amigo, quien le superaba por mucho en experiencia más no en boxeo.
Aquel combate fue memorable porque ambos peleadores se entregaron, pero Chávez mostró su grandeza y mejor técnica para llevarse la pelea y el cetro del CMB por decisión técnica en 11 raunds tras un cabezazo accidental que impidió continuar a Chávez.
Chávez decidió subir a superligero y tomó su tercer cetro en diferente división y del CMB al derrotar de nuevo a Roger Mayweather, esta vez en 10 giros por nocaut técnico.
Julio fue campeón de la mencionada división de 1989 a 1994 y defendió el fajín ante los mejores del mundo.
Meldrick Taylor, Héctor “Macho” Camacho, Greg Haugen, entre muchos otros, fueron las víctimas de Chávez, quien de paso ganó la corona de la FIB al noquear a Taylor en 12 giros y llenó el Estadio Azteca en su duelo ante Haugen, algo que no se ha repetido.
Cierto, Chávez tuvo una etapa triste y fracasó al tratar de ser campeón mundial wélter en más de una ocasión, pero sin duda dejó profunda huella en el boxeo mundial.
Por mucho, la carrera de Chávez fue mucho más provechosa que la de Oscar de la Hoya con todo y sus seis campeonatos mundiales en igual número de divisiones.
Claro, los peleadores comparados con el naturalizado mexicano han sido peleadores nacidos en México.
¿Será entonces, que De la Hoya es el mejor naturalizado en la historia de nuestro país?
Comparemos a Oscar con el mexicano de origen cubano Ultiminio “Sugar” Ramos.
El moreno boxeador nacido en Matanzas era un aguerrido del cuadrilátero y fue monarca universal de peso pluma del CMB y la AMB.
Ramos defendió con valentía el campeonato ante peleadores de la talla de Sammy Moore, Floyd Robertson y el nacido en México Vicente Saldívar, quien lo derrotó, entre algunos otros.
El “Sugar” trató de ser monarca después de peso ligero, pero fracasó tras disputar los cetros del CMB y la AMB al boricua Carlos Ortiz.
Pese a que no pudo ser monarca en otra división, Ramos derrotó a peleadores del calibre de Erubey “Chango” Carmona y sostuvo extraordinarias peleas frente al panameño Romeo Amaya y el estadounidense Armando “Mando” Ramos, por citar unos cuantos.
Otro “adoptado” que le robó el corazón a los aficionados fue Angel “Mantequilla” Nápoles, nacido en Santiago de Cuba, fue campeón mundial de peso welter del CMB y la AMB en dos etapas.
En la primera duró un año, de 1969 a 1970, y en su segundo periodo estuvo como rey de 1971 a 1975.
Derrotó a gente de la talla de Curtis Coke, Emile Griffith, Ernie López, Clyde Gray, Armando Muñiz, por mencionar a unos cuantos.
Entre sus pocas derrotas está una frente al argentino Carlos Monzón, por las coronas de peso medio del CMB y la AMB.
Aquella pelea fue más un circo, montado en Francia por un grupo de empresarios, que le llegaron a Nápoles con dinero, que éste aceptó gustoso.
Así, tanto el “Sugar” como el “Mantequilla” fueron auténticos grandes pese a que nada más fueron campeones mundiales en una categoría.
Oscar de la Hoya logró algo que pocos podrán igualar, pero su cuestionada ética como peleador y promotor empañan dichas metas.
En alguna ocasión Ricardo “Finito” López, quien fuera indiscutible monarca de peso mínimo, y minimosca de la FIB, dijo y con razón que lo importante no era ganar muchos títulos, sino hacer historia y mantenerse como campeón.
En el boxeo, como en la mayoría de los deportes y en la vida, no se trata de cantidad, sino de calidad.
Oscar de la Hoya fue campeón en seis divisiones, pero muchos recordarán por encima de eso sus actuaciones ante Bernard Hopkins y ante Manny Pacquiao.

1 comentario:

marko dijo...

gran campeón, de talla mundial.