viernes, 10 de abril de 2009

Joe Frazier revive su rivalidad con Muhammad Ali y el "Thrilla in Manila"



Muhamad Ali dijo una vez que su tercera y última pelea con Joe Frazier fue "la muerte, lo más cercano a la muerte que haya experimentado".
Frazier en cambio recuerda su enfrentamiento brutal en las afueras de Manila como algo mucho menos grandioso. "Sencillamente hicimos nuestro trabajo", sentenció.
Los dos grandes boxeadores de todos los pesos sostuvieron tres combates legendarios que culminaron con el de hace casi 35 años.
Ahora a los 65 años, ligeramente encorvado y movilizándose con ayuda de un bastón, Frazier recordó la pelea de 1975 en Quezón City durante una amplia entrevista con la Associated Press. También habló de su áspera relación Ali, que es el tema de un nuevo documental que HBO ofrecerá el sábado por la noche.
"No creo que la de Manila haya sido mi mejor pelea", afirmó.
Mencionó otras en vívido detalle, desde la competencia de los Guantes de Oro hasta la medalla de oro en las olimpíadas de Tokio pasando por la denominada "Pelea del siglo" cuando derrotó a Ali en el Madison Square Garden de Nueva York en 1971 para retener el título pesado.
"La pelea más grande fue la del 71 cuando estábamos invictos", afirmó. "Había más dinero, más gente. No sé por qué dicen que ésta (Manila) fue la mayor".
Como ser humano, Frazier lamenta el deterioro físico de Ali por la enfermedad de Parkinson. Pero como cristiano, dice que lo comprende.
"Siento que esté así, pero yo no tuve mucho que ver con eso. Fue el buen hombre allá arriba", comentó. "Quizás yo tuve un poquito que ver, pero Dios juzga. Nosotros no tenemos el poder para juzgar que El tiene allí arriba".
Frazier opina que la arrogancia de Ali era "una bofetada en el rostro del Señor" y que hizo lo mismo a su familia cuando se cambió el nombre de Cassius Clay para reflejar su creencia musulmana.
"Lo respeto como un individuo que hizo un gran trabajo en el deporte del boxeo", prosiguió Frazier. "No creo que realmente me quiera. A mí no me gustó nada de lo que el hizo".
Esa tensión prevaleciente puede rastrearse a su épica trilogía, que convirtió a los ex amigos en enemigos y que tuvo tintes políticos.
El presidente filipino Ferdinand Marcos trató de que la pelea de 1975 desviara la atención de la conmoción social que desgarraba su país y el promotor Don King _siempre dispuesto a montar un espectáculo_ aceptó presentar la pelea en el Coliseo Araneta.
Fue el corolario de la rivalidad entre dos legendarios pesados en declinación. Ali había vencido a Frazier en el desquite de 1974. Después de esa pelea, el siempre jactancioso Ali reconquistó el título venciendo a George Foreman en Zaire.
Frazier buscaba una oportunidad más de ganar la corona, además de desquitarse de Ali.
La animosidad creció antes de su tercera batalla.
El combate comenzó a las 10.45 de la mañana para comodidad de la televisión en Estados Unidos. El estadio desbordaba de público.
Durante 14 asaltos los dos titanes se dieron duro. Ali ganó los primeros asaltos y Frazier prevaleció al promediar la pelea.
Ali conmovió a Frazier en los rounds 12 y 13 y de un golpe limpio le hizo volar el protector bucal. El ojo izquierdo de Frazier estaba casi cerrado. Aunque las tarjetas estaban prácticamente empatadas, y contra las objeciones de Frazier, su entrenador Eddie Futch pidió parar la pelea.
Después de alzar los brazos en celebración, el exhausto Ali se dejó caer sobre la lona.
"No me importa que la gente piense que Muhamad era el más grande", dijo Frazier. "Todos quieren hacerlo grande debido a su boca grande. Era bueno, pero eso no significa que fuese grande. Yo lo demostré".
Ali quedó muy disminuido físicamente, y Frazier financieramente.
Perdió gran parte de su fortuna en malos acuerdos inmobiliarios y en regalos generosos. Sólo le queda un modesto departamento en Filadelfia.

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