lunes, 10 de agosto de 2009

Torero sin clavel


por Martín Rodrigo Villasante

Francisco Javier Castillejo Rodríguez se retiró del boxeo a los 41 años, con ocho títulos mundiales logrados en dos categorías distintas; el Lince de Parla es uno de los mejores en la historia de España, pero no se siente reconocido en su propia tierra y afirma: “No me saluda ni el vecino. Nací en el país equivocado”.
“El boxeo tiene mucho del mundo taurino. La soledad es casi, casi igual”.Sintió mucha rabia, una insoportable impotencia. Tenía 14 años cuando aquel maestro le dio una tremenda bofetada frente a sus compañeros de colegio. Eran tiempos en los que el pueblo de España recibía el Mundial de fútbol de 1982 y elegía al socialista Felipe González como nuevo presidente del gobierno, después de más de tres décadas de sangriento franquismo. El joven Francisco Javier Castillejo Rodríguez salió del aula dando un portazo. Corrió, corrió y corrió, sin poder sacarse del rostro ese humillante ardor. Llegó a su casa, abrió la puerta y lo primero que hizo al ver a su madre, impactada por la mirada salvaje de su hijo, fue decirle que jamás volvería a estudiar. Su tío le daría una brocha gorda y le enseñaría el oficio de pintor. Dos años más tarde se calzaría los guantes de boxeo.
En Parla, sus amigos del barrio ya lo apodaban Lince, “por la mirada, por lo astuto que era en la calle”, asegura Castillejo, uno de los mejores boxeadores españoles de la historia. A los 41 años, con 21 temporadas pegándole a la bolsa, decidió retirarse llevándose ocho cinturones de campeón del mundo: seis de la categoría superwelter y dos entre los pesos medianos. Sin embargo, se siente más respetado fuera de España que en su propia tierra. “Es una pena lo que está sucediendo con este deporte en España —se lamenta Castillejo—. En otros tiempos, un campeón de Europa como yo (de los superwelter en seis ocasiones) era recibido por las más altas autoridades del país. Ahora, en cambio, en mi caso, no me saluda ni el vecino. En este país no se tiene respeto por un campeón del mundo. He defendido la bandera española en todas partes… Si hubiera sido francés, alemán o inglés, ya me hubieran dado el Premio Príncipe de Asturias al Deporte. Nací en el país equivocado”.
CERO A LA IZQUIERDA
Para su mentor, Ricardo Sánchez Atocha, esta indiferencia “es una vergüenza, una puta mierda. Nos toca ir fuera si queremos ganar un título, con lo difícil que es eso en nuestro deporte. Nos respetan en toda Europa, pero aquí somos un cero a la izquierda. Es lo que hay, pero da mucho asco”. Laureles le sobran a su pupilo: 72 combates, con 62 victorias (48 por KO), ocho caídas, un empate y una descalificación. Sólo el motociclista zamorano Angel Nieto, también criado en Vallecas, posee más trofeos en España: trece, “doce más uno, en realidad”, bromeaba el supersticioso Nieto. “Soy el segundo español con más éxitos internacionales —aclara Castillejo—, pero menos valorado que otros que han conseguido mucho menos. Fíjate que ni siquiera el Rey Juan Carlos me ha recibido”.
El hombre, simpatizante del Atlético de Madrid y admirador del actor Javier Bardem, cree que esto ocurre en una nación convertida en potencia deportiva (Rafael Nadal en tenis, Miguel Indurain en ciclismo, Paul Gasol en básquet, Fernando Alonso en automovilismo) porque se trata de boxeo. “La gente que lo ve como algo malo es que ha visto demasiadas películas y se las ha creído —ironiza Castillejo—, pero es un deporte noble. En el Reino Unido se enseña hasta en los colegios. Tiene normas definidas y rígidas. Existe la idea de que es violento y yo lo niego. Es de caballeros. Del boxeo aprendí respeto, sacrificio. Admito que es duro, pero violento, lo que se dice violento, es el fútbol, al que no me atrevo a llevar a mi hijo de 8 años (Saray; su otro hijo, Javier, tiene 4)”.
Está cansado. Ya ha peleado bastante. "He hecho más de lo que quería y pensaba. Lo he conseguido todo, gracias a Dios, así que ¿para qué seguir? Siempre he soñado con alcanzar metas importantes. Pasé por momentos difíciles, pero no perdí nunca la ilusión. Jamás me vine abajo. He sido optimista y trabajé al máximo. Ni siquiera me angustio ahora, la peor época del boxeo en España. La cosa se lleva mal, está fatal. No sé si hay una mano negra, pero lo cierto es que nadie te apoya. No lo acabo de entender. Se pierden muchas coronas por no poder disputarlas en casa. Mientras la televisión siga dándonos la espalda, no hay nada que hacer".

FUERTE EL RUGIR
Sobre la lona del cuadrilátero, lo ha dejado todo: sangre, sudor, lágrimas. “Larga es la espera/ fuerte el rugir/ de gradas repletas/ que esperan por ti”, se escuchaba cada vez que Castillejo subía a un ring con un crucifijo de madera sobre el pecho. La canción fue compuesta por el grupo de rock Amset, integrado por el hijo de uno de sus colaboradores. “El boxeo es limpio, no existe el doping. Es imposible”, repite Castillejo. “Defiendo la limpieza y la honradez en el deporte. Jamás he recurrido a nada ilegal. Hay que jugar limpio. Detesto la falsedad, la mentira. Además, no entiendo cómo un atleta puede llegar a arriesgar su salud”.
No tiene empacho en afirmar que el promotor estadounidense Don King (dos veces convicto por homicidio) es un pirata ni en mencionar a sus dos oponentes más complicados: el estadounidense Osca de la Hoya y el argentino Julio César Vázquez. “De la Hoya ha sido el mejor rival que he tenido: un auténtico superdotado del boxeo, una estrella, un gran deportista. Vázquez ha sido el más duro de los púgiles a los que me he enfrentado. Un zurdo rápido y muy fuerte”. Tampoco deja de opinar sobre el interés de las damas por el boxeo: “Me parece genial que lo practiquen. Es buenísimo para mantenerse en forma. Ellas son muy valientes”.
Todo un elogio, viniendo de un tipo corajudo que desde la adolescencia no ha tenido otros elementos más que sus puños para ganarse el pan. Para enfrentar sus miedos primigenios casi desnudo en este carnívoro universo de la bestialidad, donde las neuronas se apagan a los golpes igual de rápido en el triunfo o en el desastre. Solo se las ha arreglado. “El boxeo tiene mucho del mundo taurino. La soledad es casi, casi igual”. Solo como un torero en la arena. Entre las cuerdas, los guantes como espadas, la Biblia en la esquina. El respirar agitado como el del toro que con dos cuernos, apenas, desafía en el ruedo al dueño del circo que ansioso, frotándose las manos, espera verlo desangrarse hasta morir.

1 comentario:

Alcaraván dijo...

Nació en una época equivocada.
Si hubiese nacido en el sangriento Franquismo, esto no hubiese ocurrido y hoy estaría a la altura de; Carrasco, Legrá, Miguel Velazquez, Folledo,Perico Fernández, Galiana... por cierto todos ellos con menos títulos, pero mejores que él.