miércoles, 11 de noviembre de 2009

DUELO DE ESTILOS


DIEGO MORILLA ESPN.


Los argumentos a favor de uno u otro ya están en la mesa desde hace meses, y quedan muy pocas voces calificadas en el mundo del boxeo que no haya tomado ya su posición al respecto. Con mayor o menor pasión y/o raciocinio, según cada caso, todo el mundo (desde el fanático casual hasta el experto consumado) han puesto su apuesta en la mesa. Y todo parece indicar que, sin importar el resultado, ambos lados podrán ver en la pelea de este próximo 14 de noviembre entre Manny Pacquiao y Miguel Cotto todas sus predicciones cumpliéndose a lo largo de 12 de los mejores asaltos que el boxeo tiene para ofrecer en estos días.
Cotto se verá fuerte, pegará duro y recibirá muchas izquierdas. Pacquiao se mostrará rápido de manos y pies, conectará a su rival desde todos los ángulos y no estará ahí al momento de recibir el contragolpe. El duelo de estilos, voluntades, inteligencia boxística y aguante físico se manifestará en su totalidad tal como lo han vaticinado los expertos de todos los rincones del mundo. Tal es la certeza de que este combate tendrá esos elementos estilísticos como protagonistas absolutos, que es dable decir que solamente el resultado final es la única incertidumbre a revelarse en la esperadísima noche del sábado 14.
Pero aún ante esta certeza, es difícil no arriesgar un pronóstico. Y el nuestro dice que aún ante todos los argumentos válidos que indican que Pacquiao finalmente estará enfrentando a un auténtico peso welter con experiencia en dar y recibir golpes pesados ante rivales de cuidado, es difícil elaborar un pronóstico que no incluya algún tipo de victoria posible para el filipino. A pesar de haber comenzado su carrera como peso mosca y haber sido derribado e incluso noqueado en categorías mucho menores al peso intermedio de 145 libras (dos por debajo del límite welter) en que se desarrollará esta pelea, Pacquiao parece haber encontrado su lugar en el mundo boxístico en estas divisiones, manteniendo su centelleante velocidad sin resignar poder de pegada. El modo inapelable en que maniató a Oscar de la Hoya, y el escalofriante nocaut que le propinó al usualmente durable Ricky Hatton son apenas dos muestras de que Pacquiao tiene mucho por ofrecer en estas divisiones, y que finalmente puede transformarse en una amenaza auténtica para el enorme Floyd Mayweather Jr.
A Cotto, todas esta consideraciones parecen no importarle demasiado, y las subestima sumariamente en cada ocasión que se le presenta.
"Mi rendimiento se verá el día de la pelea" dice el puertorriqueño desde el cuartel general de su entrenamiento en Tampa, Florida. "Yo hago mi trabajo como se tiene que hacer, como está planificado, y el día de la pelea se verá quién está en mejor condición. Ya Manny ha dicho que él considera esta pelea como la más difícil de su carrera, y por eso entrena tan duro. Yo espero ganar y me entreno para eso. Mis peleas las gano en el gimnasio, trabajando duro. Si Pacquiao entrena más o menos, eso no nos preocupa. La clave de nuestro entrenamiento es estar al cien por ciento, siempre. Si Manny trabaja igual que yo, pues haremos una gran pelea".
Cotto, conocido por su conducta y su dedicación al entrenamiento (lo cual le provocó una agitada disputa y un posterior alejamiento de su tío y entrenador de toda la vida, Evangelista Cotto), es consciente que no solo de preparación vive el púgil. Hay muchos ángulos de análisis diferentes para este combate, y Cotto da la impresión de tenerlos a todos bajo control.
"Ya yo he peleado con zurdos y he ganado siempre, pero él no ha peleado con nadie tan fuerte como yo, y vamos a ver en el ring cómo hace para enfrentarme", asegura Cotto, quien no da muestras tampoco de temer a la velocidad de su rival.
Por su parte, su enemigo en el combate más destacado del año afirma no temer a ninguna de las cualidades que llevaron a Cotto hasta esta instancia, y dice estar preparado para eso y más todavía.
"No se trata de comparar tamaños, ni tampoco de comparar la potencia de la pegada", dijo Pacquiao durante su agitado entrenamiento en las Filipinas, "El conocimiento es potencia. Si no tienes conocimiento no tienes potencia". Hasta ahí, el duelo de frases picantes acumula puntos parejos para cada boxeador, conocidos por ser hombres de pocas palabras pero siempre contundentes y claros a la hora de dar a conocer su pensamiento. Pero el desempate lo pone Pacquiao al agregar un factor que, de imponerse en el pleito, lo elevaría a una categoría de gloria y reconocimiento hasta hoy desconocida en la historia del boxeo.
"Si gano, haré historia en el boxeo porque habré ganado siete títulos en siete divisiones diferentes", dice Pacquiao, consciente de que solamente 12 asaltos lo separan de un puesto de privilegio inaudito y considerado casi inalcanzable en más de 120 años de boxeo con guantes. "Yo estaría muy orgulloso como filipino de poder lograr títulos mundiales en siete divisiones diferentes".
Loable misión. Pero para ello, falta todavía un trámite en el que deberá superar a uno de los mejores pegadores de la división, que cuenta con una motivación similar y un orgullo nacional que no tiene nada que envidiarle al de Pacquiao. Y es en ese choque de orgullos en el que reside el atractivo de este combate. Ninguno de los dos boxeadores se perdonaría a sí mismo una derrota sin antes haber dejado todo arriba del ring. Y cada vez que ambos han dejado todo en el cuadrilátero, la victoria les ha sido propicia. Solo resta ver quién logrará imponer su fuerza mental y física en este duelo de campeones consumados, una pelea seguramente llena de acción de principio a fin, y un combate finalmente digno de la infinidad de comentarios previos, desafíos verbales y extravagancias promocionales que rodean a peleas de esta envergadura.

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