lunes, 16 de noviembre de 2009

Pacquiao, un rey inobjetable


Bernardo Pilatti

Ya no quedan dudas sobre Manny Pacquiao, no sólo es el mejor libra por libra, después de su estupenda victoria sobre Miguel Cotto, ya no le queda nada para demostrar.
Creíamos que Cotto sería su techo, pero el filipino lo destrozó sin despeinarse. Inobjetable e increíble, tomando como referencia la carrera de este campeón que ha alguna vez peleo en 105 libras.
Sobre el combate hay cosas para destacar y otras para cuestionar. Por el lado del filipino la presencia de un entrenador de verdad en su esquina. La existencia de un trabajo serio y estratégico a conciencia. Freddie Roach volvió a demostrar que no improvisa en nada. Pacquiao fue dominador pero no por un acaso, allí hay trabajo detrás para que esa realidad sea posible.
Por el lado de Cotto, no tuvo estrategia, no tuvo esquina, no utilizó las herramientas adecuadas y solamente llegó al onceavo asalto por la piedad que mostró Pacquiao, aunque pueda interpretarse que le guardó respeto. No escuchamos un consejo coherente desde la esquina, ni tampoco se paró la pelea cuando correspondía. Un mal que se sigue repitiendo, pugilistas que reciben un castigo innecesario como ocurrió en la noche de Las Vegas.
Cotto fue superado por el filipino, pero además no hizo nada bien. No insistió con el jab para aprovechar su mejor distancia, no trató nunca de lastimar con el gancho de izquierda al hígado y se enfrascó por momentos en un combate de tu a tu, ante un rival invencible cuando es necesario fajarse. Y además, cayó en la trampa que le tendió Manny en el primer asalto, el único que perdió, cuando le cedió la iniciativa al portorriqueño.
El filipino, mientras tanto, parece haber llegado a su cumbre. No vemos hoy quién pueda enfrentarlo y vencerlo. Al final del combate se habló de Floyd Mayweather Jr. que en los primeros comentarios lo dan como un combate de resultado incierto por causa del estilo del Pretty Boy. Sin embargo, después de esta exhibición, no dudamos que hasta Floyd salga humillado de una pelea con el demonio filipino.
Sobre el futuro de Cotto, tal vez debería recapacitar y mucho en el tiempo por venir. Sus últimas batallas han mostrado su notorio declive. Es indudable que después de la paliza que le propinó Antonio Margarito, Cotto ya no es el mismo. O tal vez, no fue nunca el mismo y no nos habíamos dado cuenta antes.
Si desea proseguir en este negocio tan violento, en primer lugar debe en forma urgente contratar un entrenador de verdad y en segundo lugar, imitar a Pacquiao y dejar su familia en la casa. No es nada agradable que la cámara de TV enfoque el sufrimiento de su esposa y su hijo mientras el es masacrado a golpes sobre el ring.
En resumen un arrollador triunfo de Pacquiao, hoy convertido en la casi única atracción para peleas de PPV.

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