martes, 7 de febrero de 2012

GRANDES VENDEDORES DEL BOXEO


ESPN.com


Estilos diferentes, pero algo en común: Muhammad Ali, Don King, Oscar de la Hoya, Mike Tyson, Héctor Macho Camacho o Manny Pacquiao.
Le hicimos una entrevista imaginaria a Don Draper, personaje principal de la serie Mad Men, acerca de cómo encararía la venta de un gran show de boxeo. Y su primera respuesta, tras servirse un scotch y prender un cigarrillo, fue: "hay que fabricar productos que la gente tenga la necesidad de comprar".
En realidad, Don Draper no inventó demasiado. Jack Doc Kearns, histórico manager del gran Jack Dempsey, se encontró un día con la imagen del campeón mundial semipesado, Georges Carpentier. "El francés era fino, delicado, y héroe de la guerra -- recordó Kearns en su libro de memorias "Yo tenía a un campeón brutal, pegador, salido de las tabernas y que había eludido al Ejército: combinación ideal de héroe frente a villano". Resultado: la pelea efectuada el 2 de julio de 1921 convocó a 80 mil espectadores en un estadio hecho a propósito en Jersey City y logró una recaudación de $1.626.580.
En realidad era una pelea muy fácil para Dempsey, que le llevaba 7,300 kilos a su oponente. Tanto, que circuló una versión por la cual el promotor Tex Rickard le pidió a Dempsey que, por lo menos, lo hiciera durar un poco. Dempsey, que embolsó 300mil dólares contra 200 mil de su rival, terminó con la pelea en el cuarto asalto.
El promotor de Top Rank Bob Arum es un experto en crear la necesidad de ver una pelea. A lo largo de los años, nos hizo saber que, por ejemplo, debía lograr sí o sí que Marvelous Marvin Hagler le diera una oportunidad a Sugar Ray Leonard, o que Julio César Chávez tenía que tomarle examen a De la Hoya. Ni que hablar de King, quien con sus interminables discursos terminaba siempre afirmando que la próxima pelea sería la más grande de la historia. Si tenemos en cuenta que el veterano promotor organizó -- entre muchas otras -- la pelea entre Ali y Foreman en Zaire, tan equivocado no estaba, al menos en algunas de sus grandes producciones.
No solamente son los promotores los grandes vendedores. Tomemos a Cassius Clay: él nos persuadió que la verdadera felicidad para un amante del boxeo, era ver cómo destruía a Sonny Liston y le sacaba la corona mundial (o, para muchos, el mensaje hubiera sido al revés, porque habrían estado felices de ver cómo Sonny le cerraba la boca a semejante provocador charlatán).
Los boxeadores-vendedores, han sido históricamente atrevidos y por supuesto, muy habladores. Pero no en todos los casos. Joe Louis ni siquiera sonreía, pero cuando le hablaron de las piernas de Billy Conn, fue directo al grano: "Podrá correr, pero no escaparse".
Y, aunque iba ganando Conn, Louis lo puso nocaut en el 13° round.
Louis tenía prohibido sonreír en público. Todavía pesaba la experiencia del legendario Johnson. El primer campeón mundial pesado de raza negra se divertía agrediendo de palabra a todos, periodistas incluidos, y expresando que los afroamericanos eran los mejores. Los estadios se llenaban de aficionados deseosos de verlo de una vez por todas en el suelo.
Ali, utilizó a fondo el poder de la televisión. De hecho, provocó tanto a Joe Frazier que éste casi lo pelea de verdad en un programa, de la misma manera en que Smoking Joe jamás le perdonó a Ali que lo hubiera tratado de "Gorila". Años después, Ali, dijo con rostro inocente: "Yo solamente quería vender entradas".
En Argentina, su discípulo más avanzado fue Oscar Bonavena. Se autodenominó "Ringo", como el Beatle y fue capaz de cualquier cosa por salir en las fotos y en la televisión. Cuando estaba por combatir por el campeonato argentino de los completos ante Gregorio Peralta, iba a los programas de TV con una linterna y apuntando debajo de los muebles, preguntaba con su vocecita fina, de niño: "¿Alguien lo vio a Peralta? Lo estoy buscando porque me tiene miedo".
"Todos se reían de él, pero Ringo se reía de todos camino al banco", dijo una vez Ali.
El nicaragüense Ricardo Mayorga, aparecía fumando y proclamaba que tomaba cerveza todo el tiempo, por lo que fue considerado "El hombre más loco del deporte".
Johnny Tapia, a su vez, hacía todo un show colorido y salvaje y hasta patentó su propio slogan: "Mi vida loca". Eso sí, en el ring dejaban hasta el último aliento. Macho Camacho le ponía alegría a sus excentricidades. Nassem Hamed, color y locura a sus ingresos al ring. Miguel Cotto, con sus silencios, siempre sumó puntaje de TV y venta de entradas, pues ha sido (es) sinónimo de mucha acción y guerra en el ring.
Mike Tyson tampoco necesitaba hablar demasiado: su sola presencia creaba una electricidad amenazante en el ambiente, lo que lo llevó a ser prácticamente el acaparador del Top Ten de Las Vegas en público y recaudaciones. Sin embargo, luego vendría otro que, siendo políticamente correcto, mostraba una sonrisa que valía un millón de dólares: De la Hoya, sin ser peso pesado, tiene el número uno en recaudación en su pelea con Floyd Mayweather Jr., con 19 millones de dólares. Si De la Hoya tiene cinco puestos más en el ranking -- ante Félix Trinidad, Bernard Hopkins, Shane Mosley, Fernando Vargas y Ricardo Mayorga -- Tyson tiene cuatro, sus dos ante Evander Holyfield (en la segunda recaudaron 14.2 millones de dólares), Peter McNeely y ante Frank Bruno, segunda edición.
Mayweather Jr. es capaz de vender un show hasta al más negado para el boxeo. Basta con verlo en un "24/7" de la cadena HBO para que provoque odio o admiración, depende del caso. Pacquiao, que muchas veces aparece cantando antes de una pelea, convoca multitudes.

Vayamos a los datos. Cuando Mayweather Jr. venció a Víctor Ortiz, generó una venta de un millón 250 mil abonados, lo cual se tradujo en un ingreso de 78 millones y medio de dólares. Mientras Mayweather se llevó 25 millones, Ortiz ganó 2 millones. La pelea fue en el MGM de Las Vegas el 17 de septiembre del año pasado y Mayweather Jr. -- a quien por algo llaman Money" -- ganó por KO en 4 asaltos, ante 14.687 espectadores.
También en el MGM, Pacquiao le ganó por puntos a Juan Manuel Márquez, en una pelea que para muchos - me incluyo -- había ganado el mexicano. La pelea, celebrada el 12 de noviembre, marcó un record de asistencia con 16.638 espectadores (el anterior fue el de Mayweather ante De la Hoya, con 15.498 asistentes) y una recaudación de $11.648.300. El pay per view, según diversas fuentes, llegó a un millón 400 mil abonados. Claro que, en este caso, Pacquiao se lleva una parte del mérito, pero también Márquez: la pelea fue vista con más de 37 millones de personas en México, y marcó un rating histórico de 31 puntos. El filipino tenía una bolsa asegurada de 6 millones y se llevó en total unos 22 millones mientras que Márquez ganó un mínimo de 5 millones.
Los más grandes vendedores del mundo saben que sin un buen producto, ninguna campaña publicitaria ni el paquete más elegante ayudan para nada. Los grandes peleadores, hablen o no, son aquellos a quienes el público sigue.
Eso sí: no olvidemos a los Mayweathers, a los Alis o a tantos otros que hacen realidad una frase que se mantiene a través de los tiempos: "Los amarán o los odiarán, pero pagarán por verlos".

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