domingo, 22 de diciembre de 2013

KIKO MARTÍNEZ YA ES UNA ESTRELLA DEL BOXEO


JESÚS MÍNGUEZ
AS.com

Kiko Martínez sintió en Elche, su ciudad, la admiración que hace fuertes a los héroes antes de la batalla. Y se fue a la guerra como un valiente. El Esperanza Lag, con más de 3.000 personas, coreaba su nombre y esperaba espectáculo en la primera defensa del Mundial supergallo de la FIB. Y su particular superhéroe se lo agradeció dejando el cinturón en casa.
Un gancho abajo en el noveno round hizo hincar la rodilla a Jeffrey Mathebula. Fue una explosión, como las que acostumbra el púgil de 27 años desde que comenzó como un pequeño Tyson blanco fulminando rivales. Ahora, su palmarés luce con 30 victorias, con 22 KO’s, y sólo cuatro derrotas. Las puertas están abiertas hacia la fama y los dólares.
Javier Castillejo, el boxeador más grande que ha dado España, le marcaba el guión a gritos desde la primera fila: “¡Abajo, rápido arriba y cintura!”. Frente al 1,80 m de Jeffrey Mathebula, había que comenzar el desgaste por el sótano. Y Kiko (1,65), el chico que sueña con ser estrella al otro lado del charco y se aplica en ello, seguía al pie de la letra las instrucciones. Buceó para luego nadar. Era también la pauta que Pablo Sarmiento le había marcado desde su esquina.
En el cuarto asalto, con Kiko presionando hacia el rincón, acorralando a la Mangosta y neutralizando así su alcance, llegó una combinación explosiva. Un crochet final con denominación de origen de Torrellano, del chico que de pequeño revoloteaba por los Recreativos Betis que regentaba su padre, casi da en el suelo con el excampeón mundial de 34 años. Con el hombre que había aguantado en pie doce asaltos a Nonito Donaire.
Sergio Maravilla Martínez, campeón del medio CMB y mentor del alicantino, también se desgañitaba desde abajo. Saltaba como un resorte. “¡No quiere, Kiko. No quiere!”. Le alentaba cuando veía que el sudafricano reculaba y su pupilo pisaba y pisaba terreno. Comía y comía centímetros a Mathebula, que no sabía cómo hacerle daño. Su estrategia era aguantar y esperar. Pero no le sirvió. Todos los asaltos cayeron del lado de Kiko, hasta que llegó el gancho mágico. “Que no se olvide esto en la historia del deporte español”, soltó Kiko mientras tocaba el cielo. “Nos encontraremos en el camino”, les advirtió a Carl Frampton y a Scott Quigg. El único campeón del mundo español sigue en lo más alto. Ya saben todos quién es Kiko.